Escribe Marianela Tosetti (*) El 7 de febrero de 2011 prendimos 221 Radio movidos por un sueño: hacer periodismo en libertad. Lo hicimos con más dudas que certezas, con menos recursos que ganas. Lo hicimos con nada, o con mucho: un micrófono, un transmisor y un grupo de amigos sintonizados en una misma frecuencia. La prendimos, entonces, en un mar de carencias, pero con alegría y responsabilidad. Durante tres años y cinco meses, 221 Radio funcionó en un local pequeño de una galería pequeña de avenida 7. Fue un hallazgo que nos permitió arrancar porque ya estaba acondicionado como radio, pero rápidamente mostró sus bemoles: para ir del estudio a la sala del operador había que bajar y volver a subir por escaleras imposibles, por ejemplo. Igual, lo quisimos y lo queremos entrañablemente: ahí nacimos, crecimos, nos hicimos fuertes; construimos un medio de comunicación donde sólo había un espacio físico acondicionado para poner a funcionar una radio y algunos fierros. Por vaya a saber qué razones inexplicables, durante tres años y cinco meses la radio no paró de crecer -tanto, que muchas veces pensamos que se nos iba de las manos, como el cuerpo de un adolescente que de pronto pega el estirón. Acaso haya sido el compromiso militante de un equipo de laburantes que se enamoraron de un proyecto colectivo; o por la tozudez con la que nos empecinamos en dejar abierto de par en par aquel micrófono para que aquel transmisor humilde desparramara en la Ciudad todas las voces, fundamentalmente las de los más débiles; o porque no negociamos la bandera de las víctimas de la inundación; o porque fuimos respetuosos con todos, incluso con los que han sido hostiles o indiferentes, y profundamente agradecidos con los que nos han dado una mano; seguramente, porque nos divertimos haciendo radio y no hacemos un tango de todas las cosas. Hoy, tres años y cinco meses después de cumplir el sueño de prender una radio para hacer periodismo en libertad, ponemos a andar la radio en una nueva sede: más grande, más luminosa, más cómoda, mejor equipada, con una puerta que permite pasar del estudio a la sala del operador haciendo el mínimo esfuerzo. Es ésta, sin ninguna duda, la radio que habíamos soñado durante tres años y cinco meses. ¿En qué nos cambia? Para adentro, dignificamos el trabajo de nuestros periodistas, nuestros locutores y nuestros operadores. Para afuera, vamos a sonar más fuerte, vamos a llegar más lejos. ¿Nos cambia a nosotros? Definitivamente no. Porque no cambia nuestro compromiso tozudo con la pluralidad, con la defensa de los más débiles, con la bandera de las víctimas de la inundación, con el respeto, con la gratitud y con la alegría. (*) Directora de 221 Radio