Eva Leiva, integrante de la Asamblea Inundados Tolosa
El 2 de abril llegábamos de Corrientes como a las 5 de la tarde bajo el diluvio. Sacamos todas las cosas del auto y el padre de mis hijas se fue a la casa de la madre, mientras yo me quedé en mi casa.
A las siete de la tarde empezó a subir el agua y a entrar por las rejillas, entraba agua negra con aceite. Después ya comenzó a entrar por las puertas. En ese momento empezamos a levantar las cosas pero no fue suficiente. Cuando teníamos el agua arriba de las rodillas nos fuimos con mi hija arriba y ahí nos quedamos. Estábamos cansados, con hambre y mucha sed, veníamos de un viaje de 12 horas pero nos quedamos sin agua.
A las 3 de la mañana vi por la ventana a una vecina que estaba prendida a las paredes, le empecé a gritar para que se quede quieta, al rato pasó un señor, la agarró de los brazos y la dejó en la puerta de mi casa; mi hija la hizo entrar y pudimos salvarla.
A las 4 aparece el padre de mis hijas saltando el balcón.
Ya a la mañana siguiente me encuentro con la muerte de cerca, vi cómo sacaban de la esquina de mi casa a mi vecina muerta.
Vivimos la peor tragedia, solos. El tercer día pasó un camión del ejército pero siguió de largo. A la semana integramos una Asamblea vecinal desde donde seguimos luchando. Pedimos justicia por los más de 89 muertos. Vivimos en una ciudad inundable, en el mundo está pasando que llueve intensamente y nosotros todavía no estamos a salvo.