¿Qué es esto que siento? ¿Qué me está pasando en estas horas tan particulares?
No pude describirlo aún, desde ayer, cuando tiré los auriculares sobre el teclado al enterarme que Diego había dejado esta vida. Diego es un sentimiento excepcional, no hay nada que se compare a lo que genera en los cuerpos del mundo, basta hoy con abrir los ojos, con pasar por el puesto de revistas y leer las tapas, con prender la tele, con abrir twitter, con mirar los títulos internacionales.Diego también es el eructo de esta sociedad constipada por moral, es el deseo materializado en inteligencia deportiva, que se expandió rompiendo todos los límites, reivindicando causas que otros intentaron borrar.Presente siempre presente… siempre encuentro en ese partidito a beneficio que jugó en Nápoles, en una cancha ignota, y sin la autorización de su club, bajo la lluvia… Diego pone el cuerpo. También se refleja en esa foto que circuló tanto ayer… el pibe que consuela a su rival con un abrazo. Me animo a pensar que vivió por todxs, 60 años que fueron mil…¿Cuándo pasó? ¿A qué hora? No lo sabremos nunca con exactitud, sabemos sí que toda la noche, la última noche de Diego sobre el planeta tierra, la lluvia fue constante, que el viento agitaba la copa de los árboles, que los rayos caían del cielo por entre las nubes negras. Estaba pasando algo entre el cielo y la tierra, uno se estaba preparando para recibirlo y la otra lo estaba despidiendo.Me pasé el día escuchando “no hay palabras” y verdaderamente no las hay, hay lágrimas, por todos lados, como las que cayeron del cielo ese -ahora maldito- 25 de noviembre.El 10, el diego, diegote, Maradona, marado, barrilete cósmico, pelusa, genio, revolucionario, capitán, líder, indiscutido, atrevido, transgresor, militante, peroncho, villero, habilidoso, crack, único, el mejorDiego Armando Maradona, el hombre más reconocido de la historia universal, un verdadero Dios que será eterno.