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Diego, por Nicolás Intruvini

27-11-2020   Por: 221RADIO | 103.1

Muchos de nosotros crecimos con un legado futbolístico por el espacio y el tiempo en que nacimos. Cuando era chico, con todas las limitaciones a la hora de patear una pelota, quería ser Maradona, ese futbolista al cual nunca había visto pero que sí había escuchado grandes proezas. Porque sabía que si corría por un costado y me sacaba a dos personas de encima estaba haciendo “la de Maradona” aunque no supiese exactamente lo que estaba haciendo ni por qué lo decía. Si hasta nuestros amigos recibieron su nombre porque su padre o su madre lo amaban incondicionalmente. Diego era todo lo que queríamos ser aunque no lo hayamos visto porque caló hondo en el corazón de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros padres y madres, de todas las personas que aman al fútbol y que nos trasladaron esa pasión a los menores de 30 años. Diego era la pasión por la pelota y el amor al deporte, era la hermosura del juego y el arte hecho futbolista. Diego era un montón de cosas más y por eso era único e irrepetible. La Selección Argentina que agarró en 2009 ilusionó en 2010 por su simple presencia ya que de juego no mostraba nada, y eso sucedía porque Maradona era la imagen de lo imposible, era el sinónimo de la épica y la ilusión. Era la hazaña que podía suceder en cualquier momento y contra cualquier rival. Lamentablemente con él no se va solamente un ex jugador, no se va un padre, un amigo, un hermano, no se va el entrenador de Gimnasia; se va el fútbol. Con él se va una parte de cada una de las personas que aman al deporte, que adoran lo que hizo y que se emocionaron con su obra. Es el día más triste en la historia del fútbol argentino, es el único momento en que todas las personas que rodean al deporte se abrazan mancomunadamente para llorar al mito viviente que nació en Villa Fiorito pero que era muchos lugares. Diego logró el cariño de todo un país y eso también es parte de su épica, porque trascendió fronteras y generaciones. Maradona desaparecerá físicamente y sus más cercanos aprenderán a vivir sin él pero su legado quedará por siempre vivo en cada pared, en cada calle o en cada estadio que su nombre se replique. Llora Argentina, llora Nápoles, llora hasta el cielo en este día gris. Y sí, el/la futbolero/a lo entiende, hermano/a.