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Que vuelvan los abrazos

18-03-2021   Por: 221RADIO | 103.1

Por María Eugenia Budó

Una semana antes se suspendían las clases presenciales y el movimiento en las calles empezaba a ser otro, un poco más lento y con miradas de desconfianza. La incertidumbre y la preocupación ya eran tema de conversación en todos los espacios de trabajo; sabíamos que lo que conocíamos hasta ese momento como nuestra cotidianidad empezaba a tambalear, lo que aún no teníamos claro era hasta qué punto. Las personas de riesgo, así como los y las niñas, también tuvieron que quedarse en sus casas antes que el resto, o al menos esa era la indicación. Con ese panorama llegamos al jueves a la noche, esperando el discurso del Presidente.

Empanadas de carne era el menú de ese día, Marcos y yo comíamos sentados frente al televisor, sin saber que sería así durante las siguientes noches. Se confirmó lo que prácticamente estábamos esperando, no por eso el impacto fue menor. ¿Vos tenés que ir a trabajar mañana? ¿Te podés sacar licencia? ¿Entrás como esencial?. No tardaron en llegar los mensajes por el grupo de WhatsApp, un grupo familiar que a partir de ese día tendría las próximas reuniones por videollamada, al menos hasta el 18 de octubre, cuando nos pudimos volver a juntar al aire libre con tapaboca, alcohol en gel y distanciamiento social.

Las series y la cocina se volvieron aliadas de nuestro día a día, como comunicadora mi rutina laboral continuaba igual que siempre, en cambio, para mi compañero la virtualidad se convirtió en un nuevo hábito. El ejercicio en casa no nos funcionó y para ir al almacén de barrio nos turnábamos, día por medio.

Mi cumpleaños lo celebramos a distancia y así también vivimos las malas noticias. Estoy segura que perder a una persona en pandemia multiplica la intensidad con la que solemos atravesar un duelo.

Nos repetíamos una y otra vez: la única salida es la vacuna.

Hoy, un año después, me empieza a recorrer un cosquilleo por todo el cuerpo al enterarme que le llegó el turno para la vacuna a mi mamá, a mi tía o a la familia de una amiga. Aún continúo con el miedo del principio esperando que le llegue a mi abuela, a papá y al resto de los tíos.

De a poco, mis sobrinos regresan a las aulas y, cuando queramos acordar estaremos en los libros de historia y charlando en una mesa larga, espero que con un beso y un abrazo al reencontrarnos porque a diferencia de muchas personas, yo extraño el saludo con beso en el cachete.