221Radio

30-11-2020
La cantante Leti Burbuja pasó por El Éxito de la Tarde y charló sobre el proceso creativo de su disco lanzado en situación de pandemia. Escuchala: [audio mp3="http://221radio.com.ar/v2/wp-content/uploads/2020/11/30-11-Leti-Burbuja.mp3"][/audio]
30-11-2020
Jerónimo Guerrero Iraola, abogado de Ana Laura González, habló en 221 radio. Escuchalo:
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30-11-2020
Carito Sueta, Directora del festival, contó detalles en 221 radio. Escuchala: [audio mp3="http://221radio.com.ar/v2/wp-content/uploads/2020/11/CaritoSueta-30-11-2020-3.mp3"][/audio]
29-11-2020
Qué difícil escribir en este momento. ¿Quién podía imaginar que Diego, Dieguito, Pelusa, D10S, el “gordo”, nos iba a dejar así, de la noche a la mañana? Ni el más pesimista o el más detractor anti maradoniano del planeta podía suponer que se nos iba a ir tan rápido, tan joven y tan sólo. Siempre creímos, como en las epopeyas más gloriosas, que el Dios humano, de alguna manera heróica, logra imponerse ante la adversidad. Como en tantas otras oportunidades, nos mal acostumbraste, dejando atrás los episodios del ‘91 con la sanción por consumo de cocaína o los capítulos del 2000 y 2003, con las malditas sobredosis, que derivaron en graves internaciones. Una vez más, creímos que lo podías todo pero, esta vez, no hubo un final final para el jugador más grande de la historia… Para hablar de Diego, es natural discriminar lo que era dentro y fuera de la cancha. “Vos no lo viste a Diego, te lo contaron” me repitieron en millones de oportunidades algunos fanáticos de próceres nacionales o dioses invisibles, que sólo recrean o veneran por cuentos de antaño. Con ver sus compilados o sus partidos completos 30 años después, a uno le alcanzan para corroborar la magia que destilaba dentro del campo de juego. Su soltura, su naturalidad para desenvolver el fútbol que aprendió de pibe enamoran a cualquiera, sin importar el gusto o no por el deporte, porque Diego no sólo era futbolista, sino que era un artista. Sus movimientos eran parte de una pintura que se vendía sola después de 90 minutos, y por la cual pagaban (y lo hicieron pagar), los monigotes de traje que manejan el negocio. Pero más allá de destacar como pintor, compositor, bailarín y actor dentro de la cancha, al Pelusa no le alcanzaba. Necesitaba algo más, y ese algo, lo conseguía fuera del rectángulo de juego. Cuando se piensa en Maradona como persona, uno inmediatamente lo asimila a ese sentimiento que despertaba entre el amor y el odio. Por su forma de ser, por su crianza, por su “cultura villera”, Diego siempre se manejó entre los extremos de la vida: sin miedo a nada, blanqueó su amistad con Fidel Castro y Hugo Chavez al tiempo que mostraba rechazo por Bush y la reina Isabel; de la banca y adhesión al peronismo/kirchnerismo al rechazo por el macrismo; de su constante clamor popular hacia los más necesitados al destrato por el Vaticano y los capitalistas más poderosos; de su amor incondicional por sus ex mujeres a la guerra farandulera por sus pertenencias; de la adoración por algunas personalidades del fútbol al triste desconocimiento de cariño hacia ellos (Riquelme, Verón, Bilardo, Mancuso). Él siempre fue así, verborrágico, sentimentalista, cambiante y controversial. Pero si hay algo que lo destacó y por lo que siempre será recordado es porque nunca y bajo ninguna circunstancia o contexto, calló su pensamiento. Y eso, a muchos, les dolió, porque se creían que Maradona era uno más en el eslabón de la máquina de hacer dinero y negocios para ellos, los villanos de turno. Pero Diego, fiel a su estilo, siempre tuvo claro que no le debía nada a nadie, y, más allá de que algunos fueron injustos por exigirle que sea un ejemplo dentro y fuera de la cancha, él jamás traicionó su esencia y sentó postura en cada rincón del planeta. Por eso, querido Diego, no puedo decirte más que un simple gracias. Por hacer feliz, inmensamente feliz, a un país entero, que tanto te castigó y te exigió, aún en momentos donde otros se escapaban con valijas o en helicópteros, mientras vos luchabas por tu vida. Y si de exigencia hablamos, lo único que te pido es que, ahora y definitivamente, puedas encontrar esa paz que dejaste de tener a los 15 años, cuando pisaste por primera vez una cancha de fútbol profesional. Hasta siempre, Barrilete Cósmico. Volá alto, que en la Tierra ya gambeteaste a todos los mortales. Ahora, que sufran los arriba, que quedarán pagando con tu gambeta indomable y tu zurda prodigiosa.
27-11-2020
“Diego no defendió la camiseta del Nàpoli, defendió al napolitano pobre, a una ciudad que se sentía oprimida por los poderosos del norte”. Esa frase que nos tiró el Pampa Sosa en “La Revolución” es una de las mejores definiciones que escuché sobre Maradona. Esa era la esencia de Diego, le gustaban los desafíos, enfrentarse a los poderosos y ganarles. “No es fácil ser Maradona”. Una frase que se dijo muchas veces. Tan cierta como cruel porque Diego no pudo disfrutar de ser Maradona. Fue tal vez su dulce condena. Pocos lo quisieron bien y lo cuidaron. La mayoría lo usó y tiraron demasiado de la cuerda. Ya es tarde, la cuerda se cortó. Maradona ya es una leyenda. Lástima que todo terminó tan pronto y de esta manera. Merecía otro final, aunque tal vez ahora Doña Tota y Don Diego lo vuelvan a cuidar. Nadie mejor que ellos. Diego ya está en Cielo, y Dios tendrá otra vez su mano.
27-11-2020
¿Qué es esto que siento? ¿Qué me está pasando en estas horas tan particulares? No pude describirlo aún, desde ayer, cuando tiré los auriculares sobre el teclado al enterarme que Diego había dejado esta vida.  Diego es un sentimiento excepcional, no hay nada que se compare a lo que genera en los cuerpos del mundo, basta hoy con abrir los ojos, con pasar por el puesto de revistas y leer las tapas, con prender la tele, con abrir twitter, con mirar los títulos internacionales. Diego también es el eructo de esta sociedad constipada por moral, es el deseo materializado en inteligencia deportiva, que se expandió rompiendo todos los límites, reivindicando causas que otros intentaron borrar. Presente siempre presente… siempre encuentro en ese partidito a beneficio que jugó en Nápoles, en una cancha ignota, y sin la autorización de su club, bajo la lluvia… Diego pone el cuerpo.  También se refleja en esa foto que circuló tanto ayer… el pibe que consuela a su rival con un abrazo.  Me animo a pensar que vivió por todxs, 60 años que fueron mil… ¿Cuándo pasó? ¿A qué hora? No lo sabremos nunca con exactitud, sabemos sí que toda la noche, la última noche de Diego sobre el planeta tierra, la lluvia fue constante, que el viento agitaba la copa de los árboles, que los rayos caían del cielo por entre las nubes negras. Estaba pasando algo entre el cielo y la tierra, uno se estaba preparando para recibirlo y la otra lo estaba despidiendo. Me pasé el día escuchando “no hay palabras” y verdaderamente no las hay, hay lágrimas, por todos lados, como las que cayeron del cielo ese -ahora maldito- 25 de noviembre. El 10, el diego, diegote, Maradona, marado, barrilete cósmico, pelusa, genio, revolucionario, capitán, líder, indiscutido, atrevido, transgresor, militante, peroncho, villero, habilidoso, crack, único, el mejor Diego Armando Maradona, el hombre más reconocido de la historia universal, un verdadero Dios que será eterno.
27-11-2020
Tantas veces pensamos este momento, creíamos que incluso capaz no llegaría nunca. Quizás porque internamente uno se aferra a lo que más quiere, a lo que alguna vez te sacó una sonrisa, aquello que simplemente por el hecho de existir reparte felicidad. Pero llegó, y nadie estaba preparado ¿Quién puede estar preparado para la muerte? El destino volvería a cruzar a Maradona con su pueblo, como ocurrió en esas épocas gloriosas (para el fútbol) de 1986 y 1990. A eso hay que sumarle ese público que posiblemente nunca lo vió dentro de una cancha, pero le tiene un amor incondicional y lo demostraba en cada posteo que aparecía por redes sociales. Con dolor, tristeza, llanto en cada publicación, pero sacando a flor de piel ese sentimiento entrañable con su héroe. Por ahí leía que Diego es un héroe, definitivamente lo es. Un héroe que supo llevar Fiorito al mundo, a nuestro fútbol a todas partes, pero también por generar felicidad en los olvidados, en los que sufren por la desigualdad social y se agarran de lo que más los identifique para creer que todo es posible y hay una luz al final del tunel. La noticia estuvo acompañada por el dolor, la tristeza y el llanto. De a poco vamos cayendo que esto es una realidad, que Diego no va a estar más pero que será eterno en nuestra memoria. Ahora llegará nuestro momento, deberemos hacernos cargo de nuestro destino, no tendremos más a un Maradona para escudarnos, para salvarnos. Pero siempre tendremos un motivo en el cual creer, porque ese es el legado de Maradona.
27-11-2020
Las fechas muchas veces quedan marcadas. El 30 de octubre de 1960, el rumbo de Argentina iba a cambiar para siempre. No solo en lo futbolístico, sino también dentro de una sociedad que necesitaba un guía.  El más humano de todos los dioses. Y no es exagerado decirlo, tocó el cielo con sus propias manos y jamás pudo volver a la realidad. Su vida lo demandó así. Lamentablemente, el 25 de noviembre de 2020, dijo basta. Sus mil vidas y estilos se detuvieron. Ahora el 10, volvió a su planeta. Gimnasia y Esgrima La Plata le devolvió la sonrisa en un mundo donde hasta el más grande, por momentos, queda relegado.  Fue un puñado de partidos donde Diego volvió a darse el gusto de disfrutar en una cancha. Esos 100 metros de césped que tanto conoció y que hoy verá desde el cielo. Al entrar a la cancha, los pasos eran más cortos, ya no se comparaban con las zancadas en México 86 y los festejos de los goles eran mesurados, lejos ya quedaba Italia 90. Pero ese era Maradona,  el de las mil vidas.  “Necesito una casa, para vivir con mis viejos y mis siete hermanos, así estamos todos juntos. Todos viven conmigo”. Ese fue el único pedido de “Pelusa” cuando firmó su primer contrato con 17 años en Argentinos. Y cumplió, le cambió la vida a toda su familia que hoy lo extraña con el alma. Quizás se haya reencontrado con Doña Tota y Don Diego, que tanto le costaba extrañar.  Hoy toca escribir lo que nadie quiere pero es necesario. Se recordará al chico, al campeón del mundo, al entrenador  y al que tanto le costaba llevar una vida tranquila. Hasta siempre Diego y ojalá encuentres la paz que acá no pudiste. Esta vez sí es cierto. El hombre de las mil muertes y resurrecciones ya es eterno.
27-11-2020
¿Cómo le explicamos a un extraterrestre y a la gente del futuro quien fue Maradona? ¿Cómo le explicas sensaciones y momentos? Creo que lo único que les voy a poder decir es que en un momento donde un país necesitaba creer en algo, ese hombre les dio en quien creer. No los defraudó. Un tipo que nació en uno de los lugares más humildes y se le terminaron abriendo las puertas de los palacios. Que dentro de una cancha derrotó a los más poderosos e hizo felices a muchas personas sin discriminar raza, credo o estrato social. Algunos lo aman por las cosas que hacía dentro de una cancha de fútbol, mientras que otros por lo que declaraba políticamente. Siempre sintió una conexión indestructible entre él y lo popular que duró toda su vida. ¿Quién fue Maradona? Una artista, un sujeto político, una contradicción, un hijo devoto, un argentino, un referente, un amor, un familiar, un técnico y un capitán.
27-11-2020
Muchos de nosotros crecimos con un legado futbolístico por el espacio y el tiempo en que nacimos. Cuando era chico, con todas las limitaciones a la hora de patear una pelota, quería ser Maradona, ese futbolista al cual nunca había visto pero que sí había escuchado grandes proezas. Porque sabía que si corría por un costado y me sacaba a dos personas de encima estaba haciendo “la de Maradona” aunque no supiese exactamente lo que estaba haciendo ni por qué lo decía. Si hasta nuestros amigos recibieron su nombre porque su padre o su madre lo amaban incondicionalmente. Diego era todo lo que queríamos ser aunque no lo hayamos visto porque caló hondo en el corazón de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros padres y madres, de todas las personas que aman al fútbol y que nos trasladaron esa pasión a los menores de 30 años. Diego era la pasión por la pelota y el amor al deporte, era la hermosura del juego y el arte hecho futbolista. Diego era un montón de cosas más y por eso era único e irrepetible. La Selección Argentina que agarró en 2009 ilusionó en 2010 por su simple presencia ya que de juego no mostraba nada, y eso sucedía porque Maradona era la imagen de lo imposible, era el sinónimo de la épica y la ilusión. Era la hazaña que podía suceder en cualquier momento y contra cualquier rival. Lamentablemente con él no se va solamente un ex jugador, no se va un padre, un amigo, un hermano, no se va el entrenador de Gimnasia; se va el fútbol. Con él se va una parte de cada una de las personas que aman al deporte, que adoran lo que hizo y que se emocionaron con su obra. Es el día más triste en la historia del fútbol argentino, es el único momento en que todas las personas que rodean al deporte se abrazan mancomunadamente para llorar al mito viviente que nació en Villa Fiorito pero que era muchos lugares. Diego logró el cariño de todo un país y eso también es parte de su épica, porque trascendió fronteras y generaciones. Maradona desaparecerá físicamente y sus más cercanos aprenderán a vivir sin él pero su legado quedará por siempre vivo en cada pared, en cada calle o en cada estadio que su nombre se replique. Llora Argentina, llora Nápoles, llora hasta el cielo en este día gris. Y sí, el/la futbolero/a lo entiende, hermano/a.
27-11-2020
“Es para llorar, perdónenme”, agregaba Victor Hugo luego de desplegar su prosa en la gambeta más famosa del Siglo XX (y de la historia del fútbol). Y hoy, es para llorar. Perdónenme. Al haber nacido a mediados de la década del ‘90, no he visto jugar a Diego Armando Maradona. Pero no hizo falta. Sin dudas me hubiese gustado levantarme temprano un domingo para ver al Napoli destronar a los gigantes italianos, o estar viendo ese gol histórico desde el pase de Enrique. Las primeras imágenes que vi de Diego fueron allá por el 2002 o 2003, en un cassette que alquiló mi viejo en un videoclub en Bariloche. Ahí estábamos: mi viejo, mi hermano y yo; viendo en un televisor de tubo sin botones, lo que a mi viejo lo había hecho feliz en el fútbol. Un tipo que hacía magia con la pelota. Con el tiempo fui entendiendo que era más que solo la pelota, que eso tenía detrás una historia política y social mucho más grande. Era una de humildes ante los poderosos. Diego siempre fue eso. Ese pibe criado en el barro, que pudo salir y llegó a codearse y enfrentarse con la elite. Ese pibe de Fiorito, “con un par de lienzos crotos”, como decía Alorsa Pandelucos, supo recorrer un camino a la eternidad, esa eternidad a la que pocos llegan. Vivió mil vidas. Gambeteó a mil rivales. Ilusionó a millones. Se ganó amigos y eligió a sus enemigos. También fue un Diego que estuvo vetado en el fútbol argentino. Solo había dirigido a Racing y Deportivo Mandiyú; después de muchos años tuvo la chance en la Selección Nacional. En Argentina parecía que nadie lo quería en su equipo. Hasta que se dio esta oportunidad única de Gimnasia. El equipo venía mal de lo futbolístico, los jugadores caídos anímicamente y la llegada de Diego fue una inyección para levantar cabeza y empezar a creer. Capaz pasó por alto una frase de Diego en Rosario,después del partido con Newell’s: “Gimnasia no es el Galaxy de Los Ángeles, que viene Beckham y te tira 65 millones por mes. Me gustó el proyecto. Me gustó Estancia Chica. El ambiente. El perfume a pasto que yo tanto digo. Eso está en Estancia Chica”. Eso le dio Gimnasia. La chance de pisar el suelo “que regó de gloria” (Rodrigo). Esos campos de juego que Diego revalorizó en sus años de jugador, cuando posicionó al fútbol argentino en el mundo. El Lobo lo devolvió a su fútbol. A su país. Aquí, donde es querido. Cuesta hablar en pasado. Pero Diego sigue en cada remera de los pibes en las calles, en las canchas, en los potreros. Ahora para quienes tienen ocho años es más fácil ver un video de Diego. Y eso no se va a perder. Porque yo sueño algún día, poder mostrar unas jugadas de él; así se mantendrá viva la leyenda y no morirá jamás. 
27-11-2020
Y un día partiste, eras humano nomas.  La habías gambeteado a la parca tantas veces, con la misma magia que desplegabas en el verde césped, ahí sí que eras un Dios.  Pero esta vez no pudiste. A mis 55 años, los recuerdos sobrevuelan mis tiempos de adolescencia y juventud y en un montón estás vos.  No puedo dejar de agradecerte por todo lo que nos diste. Gracias por los madrugones de Japón 1979 y sus correspondientes faltas y tardes al colegio que poco importaban. Gracias por las taquicardias de felicidad en México 1986, por la vuelta, por la copa; a propósito, fui a Ezeiza a recibirte a vos, al doctor y al equipo en un día inolvidable. Gracias por volver en 1993, poniendo la cara y entrenándote como nunca en pos del mundial de 1994 en aquellos partidos tan estresantes con Australia. Cómo te cortaron las piernas, maldito doping. Podría hacerte reclamos por tu vida privada (que no fue tal), tus problemas, algunas de tus conductas que acaso aceleraron este final.  Pero qué autoridad moral tengo, y mi respuesta inmediata es ninguna. Fue tu vida, y la viviste como quisiste, o cómo pudiste, o como te dejaron. A quienes te usaron, te vivieron, se aprovecharon de tus fragilidades, de tu si fácil, de tu imagen y tu nombre, les deseo la tranquilidad de conciencia, que improbablemente merezcan y tengan. Dale un saludo al Tata y a Cucciufo;  con tu vieja al lado tendrás seguro la paz que aquí no tuviste. Levanta vuelo barrilete cósmico, y de vuelta, gracias maestro.