A Juan Ramón Verón, a la Bruja, al mejor jugador que dio el fútbol de Estudiantes en su historia se lo va a extrañar. Se fue de este mundo justo el día que su Estudiantes recordó los 55 años de la tercera Libertadores, de la que él fue uno de los protagonistas principales, el día que sus colores juegan una nueva parada en la Copa que su zurda prodigiosa escribió sus páginas más gloriosas.

Juan vivió con simpleza, sin lujos, sin estridencias, gambeteando con su chuequera a cuanto rival se le pusiera por delante. El 11 de los goles memorables e históricos, el que transitó casi hasta sus últimos días cada rincón del Country y de UNO, su casa. Un emblema, un símbolo de Estudiantes.

Jugó 310 días partidos, el último en 1981 y convirtió 78 goles, uno de los máximos goleadores del Pincha. Hasta hace poco cuando lo superó Mauro Boselli el máximo artillero en competencias internacionales. Ganó un campeonato local, tres Libertadores, una Interamericana y la del Mundo en la casa del Manchester.

En el reino de las leyendas ya lo están esperando sus inseparables Cacho Malbernat y Bocha Flores para retomar las interminables charlas en el banco de las glorias del Country, ya está don Osvaldo Zubeldía con una tiza en la mano y el pizarrón cerca para marcarle una nueva jugada de pelota parada que la estuvo craneando en este tiempo.

La Bruja fue mucho más que un extraordinario jugador de fútbol, fue el encargado de transmitir los valores y las máximas del ADN pincharrata. Fue el hombre que la hinchada le regaló varias canciones “si ve una bruja montada en una escoba, ese es Verón, Veron que está de joda” o el tango que convirtió en himno Jorge Sobral “la Bruja pasó la escoba y a casa campeón del mundo”.

Verón ya montó otra vez su vieja escoba para viajar hasta el cielo, jugar en el equipo de los buenos y alentar a su Estudiantes con una barra nutrida desde alguna nube vip.

Gracias por tus charlas, por tu amistad. Te voy a extrañar querido Juan y gracias por dejarme compartir a tu lado algún picadito.